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Herrerillo común (Parus caeruleus) disponiéndose a retirar el saco fecal de uno de sus polluelos |
martes, 20 de noviembre de 2012
Nido higiénico
Ya apareció por aquí una fotografía de este trabajo de la pasada primavera, pero me apetecía tener alguna más. Revisando el archivo me he fijado en la que os presento hoy. No es de las mejores, pero ilustra un comportamiento muy interesante que se da en muchas especies nidícolas. Las deyecciones de los pollos van envueltas en lo que se conoce como saco fecal, de forma que los padres pueden retirarlos y llevarlos lejos del nido. Así evitan infecciones y olores que podrían atraer la atención de los depredadores.
viernes, 16 de noviembre de 2012
La bella desconocida
Y que lo siga siendo por mucho tiempo...
Este lugar me ha fascinado desde que lo vi por primera vez con 7 u 8 años... Todavía no he sabido hacerle la foto que se merece, aunque cuando estás allí lo de menos es llevarte una foto.
Este lugar me ha fascinado desde que lo vi por primera vez con 7 u 8 años... Todavía no he sabido hacerle la foto que se merece, aunque cuando estás allí lo de menos es llevarte una foto.
lunes, 12 de noviembre de 2012
El gavilán más tonto del mundo
Este verano, durante un proyecto de fototrampeo, descubrimos un pequeño arroyo al que acudían a beber y asearse bastantes especies de aves. A pesar del calor que hacía esos días y de que tenía muchas probabilidades de irme de vacío decidí acercarme una tarde con el equipo fotográfico "de verdad". Si había suerte podría fotografiar alguna de las rapaces que habíamos visto en las secuencias de fototrampeo.
A la hora de encierro en el escondite de lona y cuando casi daba la primera cabezada sobre la cámara, apareció de la nada esta hembra de gavilán. Después de bañarse y arreglarse las plumas detrás de una piedra, sin que le pudiera hacer ninguna foto decente, decidió volar a una rama en la que secarse al sol de la tarde. Al poco y tras un corto vuelo, saltó a otra que se encontraba detrás de mi escondite a tan solo unos dos metros. Aquí ya empecé a acordarme de toda su familia gavilana puesto que la lona trasera es el único lugar por el que no podía sacar el teleobjetivo sin montar un escándalo (no dispone de ninguna manga pero sí de una puerta de velcro). Llegados a este punto, me pareció que la opción más razonable era esperar a la siguiente oportunidad sin hacer el más mínimo ruido. Tan bien lo debí hacer que, al cabo de media hora, lo que yo ya empezaba a considerar un gavilán ligeramente alelado, seguía allí sin prestar la más mínima atención a la caseta de lona que había crecido debajo de su rama.
En un acto de desesperación fotográfica y visto que el bicho estaba a lo suyo decidí jugármela. Abrí el velcro de la puerta poco a poco e introduje el gran angular por él, justo delante de sus narices. A pesar de lo escandaloso de la operación y de los clicks del espejo reflex a tan sólo dos metros, la señorita Accipiter se portó y decidió que aquella tarde no se movía de su rama hasta tener algo de caza entre las garras. Yo ya me había percatado de que ella sólo estaba a una cosa, así que repetí la operación para cambiar gran angular por teleobjetivo y además colocar el trípode en su lugar. Después de dos horas de fotografías en todas las posturas y algún que otro vídeo se lanzó a por un mirlo que había acudido a beber agua y desapareció tras fallar el lance... y casi se lo agradecí porque mi vejiga ya no daba más de sí...
A la hora de encierro en el escondite de lona y cuando casi daba la primera cabezada sobre la cámara, apareció de la nada esta hembra de gavilán. Después de bañarse y arreglarse las plumas detrás de una piedra, sin que le pudiera hacer ninguna foto decente, decidió volar a una rama en la que secarse al sol de la tarde. Al poco y tras un corto vuelo, saltó a otra que se encontraba detrás de mi escondite a tan solo unos dos metros. Aquí ya empecé a acordarme de toda su familia gavilana puesto que la lona trasera es el único lugar por el que no podía sacar el teleobjetivo sin montar un escándalo (no dispone de ninguna manga pero sí de una puerta de velcro). Llegados a este punto, me pareció que la opción más razonable era esperar a la siguiente oportunidad sin hacer el más mínimo ruido. Tan bien lo debí hacer que, al cabo de media hora, lo que yo ya empezaba a considerar un gavilán ligeramente alelado, seguía allí sin prestar la más mínima atención a la caseta de lona que había crecido debajo de su rama.
En un acto de desesperación fotográfica y visto que el bicho estaba a lo suyo decidí jugármela. Abrí el velcro de la puerta poco a poco e introduje el gran angular por él, justo delante de sus narices. A pesar de lo escandaloso de la operación y de los clicks del espejo reflex a tan sólo dos metros, la señorita Accipiter se portó y decidió que aquella tarde no se movía de su rama hasta tener algo de caza entre las garras. Yo ya me había percatado de que ella sólo estaba a una cosa, así que repetí la operación para cambiar gran angular por teleobjetivo y además colocar el trípode en su lugar. Después de dos horas de fotografías en todas las posturas y algún que otro vídeo se lanzó a por un mirlo que había acudido a beber agua y desapareció tras fallar el lance... y casi se lo agradecí porque mi vejiga ya no daba más de sí...
viernes, 9 de noviembre de 2012
jueves, 8 de noviembre de 2012
Las hayas, allá donde las haya ...
viernes, 26 de octubre de 2012
Luz pirenaica
viernes, 19 de octubre de 2012
Ya está aquí
Parece que este año sí vamos a tener un otoño medianamente normal. La transformación ya es evidente en las zonas más altas y frías y el manto de color irá descendiendo poco a poco durante las próximas dos o tres semanas.
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Las arandaneras (Vaccinium myrtillus), habitantes del sotobosque de montaña, ya muestran su impresionante rojo otoñal. |
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