El sapo partero común, que no tiene nada de esto último en bastantes lugares en los que solía serlo, ha sufrido una regresión muy importante en sus poblaciones durante los últimos años. La causa principal de su desaparición ha sido la irrupción de la quitridiomicosis, una enfermedad causada por hongos del género Batrachochytrium que ha producido mortalidades masivas.
En algunas zonas de alta montaña como el mazizo de Peñalara ha llegado al borde de la extinción y necesita actualmente de la cría en cautividad y posterior reintroducción en lugares apropiados.
Se trata de una de mis especies favoritas de anfibio, no sé si por su pequeño tamaño, su preiosa pupila vertical o lo curioso de su ecología reproductiva (es el macho el que porta a su espalda el cordón de huevos fecundados hasta que los renacuajos están listos para nacer, momento en el que los deposita en el agua).
Aprovechando que hace poco vi mi primer ejemplar de la población que ocupa la sierra de Guadarrama voy a rescatar unas fotografías algo más antiguas de la misma especie pero correspondientes a una población diferente (la del sureste de la comunidad de Madrid) y que pertenecen probablemente a una sub-especie diferente (Alytes obstetricans pertinax).